domingo, 24 de febrero de 2008

¿Qué les (nos) queda a los jóvenes?

¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
También les queda no decir amén,
no dejar que les maten el amor,
recuperar el habla y la utopía,
ser jóvenes sin prisa y con memoria,
situarse en una historia que es la suya,
no convertirse en viejos prematuros.

¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
Les queda respirar y abrir los ojos,
descubrir las raíces del horror,
inventar paz así sea a ponchazos,
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte,
esa loca de atar y desatar.

¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
También les queda discutir con dios,
tanto si existe como si no existe,
tender manos que ayudan y abrir puertas,
entre el corazón propio y el ajeno,
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.

Mario Benedetti

Cuando posiblemente me quede un mes para terminar la carrera a la que he dedicado mis últimos 4 años y algo y con los exámenes de por medio, me hago la misma pregunta con la que titula Benedetti su poesía: ¿Qué les queda a los jóvenes?, ¿qué nos queda a los jóvenes?.

Se termina una etapa de la vida (la dedicada exclusivamente a la formación) y empieza otra marcada por el acceso al mercado de trabajo. Mercado de incierto futuro y mercado inhumano donde la suerte, el aguante y la constancia se tornan en virtudes, más que propicias, aconsejables, para llegar a buen puerto.

Situarse, como dice Benedetti, en una historia que es la suya (nuestra) parece imposible hoy día en cualquier aspecto de nuestra vida.Creo que es imposible por el hecho de que nos escriben la historia aquellos que tienen poder. Estando sometidos a miles de poderes de distinto tipo (económicos, religiosos, políticos, sociales, culturales, familiares, patriarcales, de clase...), la capacidad de respuesta propia queda reducida a la nada.Queda así como una esperanza de la juventud, un alegato en favor de la vida, el reivindicar escribir nuestra historia. Pero no nuestra historia por ser jóvenes, sino como un canto a toda la humanidad. Porque sólo los jóvenes tenemos esa mezcla de utopía reveladora, desparpajo liberador y energía incandescente para poder abrir los ojos al resto de seres humanos. Eso es lo que nos queda.

Publicado por j.perez

No hay comentarios: