domingo, 4 de noviembre de 2007

Un maltratado por la Historia y un pueblo olvidado

En 2010, Miguel Hernández habría cumplido 100 años. Un centenario digno de su pueblo, Orihuela. Sin embargo, un poeta del pueblo como lo fue él ha sido maltratado por la Historia y utilizado por los políticos. Esta noticia es una de las que nunca ocuparán un minuto de teledario o una página de un diario nacional, es decir, de Madrid. En su pueblo natal se preparan homenajes a la figura del pastor, del hombre y del artista. Sin embargo, lo que debería ser un homenaje popular se ha convertido en un espectáculo bochornoso. Los vecinos de la Calle de Arriba, su calle, los que sabían cuál era la casa del poeta antes de que llegara la moda, han sido apartados de la fiesta. Ellos se quejan de que Miguel Hernández nunca lo habría hecho y, tal vez, tengan razón.

VIENTOS DEL PUEBLO

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.

Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.

Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia
,y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.

La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

Miguel Hernández (1910-1942)
Publicado por primera vez el 22 de octubre de 1936 en "El Mono Azul".
Publicado por Claudia López Pedreño

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