jueves, 22 de noviembre de 2007

La lectura

La lectura es la capacidad de los humanos alfabetizados para extraer la información textual. De ahí que“ la lectura es la llave del conocimiento en la sociedad de la información”.

Estamos inmersos en un mundo en el que la información no es abundante, sino excesiva. Internet nos procura un mar de páginas, sitios, enlaces, etc, en los que estamos sobreexpuestos a una cantidad ingente de informaciones que, a veces, parece infinita.

No es de extrañar que en la mayoría de los casos nos encontremos perdidos, no sepamos dónde buscar, con qué quedarnos y qué descartar. ¡Es tal la cantidad de material!

Por ello, me ha parecido interesante recalcar aquí el papel de la lectura en la sociedad actual; como lo describe José Antonio Millán, “la lectura es la llave del conocimiento en la sociedad de la información”.

Más allá de plantearnos el eterno problema de si leemos lo suficiente (la respuesta es no), de meternos en estadísticas sobre la población lectora, y compararla con otros países de nuestro entorno, vayamos a algo que está más presente, algo que podemos tocar. Y para ello, resalto la primera frase, a modo de definición de lectura, de Millán, “la lectura es la capacidad de los humanos alfabetizados para extraer la información textual”.

Es por ello que se describe como llave del conocimiento en esta sociedad actual. La información es abundante; lo que necesitamos no son datos, ni más información. Lo que precisamos de verdad es, de entre lo que hay, que es mucho, saber extraer lo que realmente necesitamos. Aquello que nos permita seguir adelante, sin perdernos, y formar una base sólida con la que poder movernos sin vacilar en un mundo tan lleno de “links”.Y Millán da un paso más: “la lectura permite no sólo la construcción del conocimiento, sino también su comunicación”. Por eso “los colectivos que quieran afianzar su posición en la sociedad de la información deben favorecer la lectura”.

Cuando leemos, nos ponemos en el lugar del otro; es más, muchas veces nos convertimos en otro, nos introducimos en su mundo. Generar este hábito, e interiorizarlo (y practicarlo, porque lo que no se practica, por decirlo así, muere), nos permite desarrollar nuestra capacidad de comunicación con los demás, y algo muy importante, la empatía; no sólo nos ponemos en el lugar del otro, sino en su situación, nos metemos en su piel e intentamos comprender su manera de pensar, aunque no la compartamos.

Para concluir, cito textualmente a Millán:“La lectura (al lado de la influencia de los padres, de los buenos profesores) forma en la construcción de una articulación intelectual. Hacia el interior: en la forma en que se organizan nuestros mundos conceptuales y sensibles, en el modo en que integramos en conjuntos coherentes las miríadas de retazos del universo que nos rodea. Hacia el exterior: en la forma en que aprendemos a jerarquizar, sopesar y modular lo que hemos atesorado dentro, para transmitírselo a otros”.

“La sociedad en su conjunto tiene que defender la práctica extensa y gozosa de algo (la lectura) en lo que ya no nos jugamos sólo la pervivencia cultural, sino la entrada en la sociedad del mañana.”
Beatriz del Hoyo.

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