martes, 20 de noviembre de 2007

Eva Luna

A día de hoy estoy leyendo Eva Luna de Isabel Allende. Sin duda es una obra literaria magnífica y hoy he tenido que rescatar un pasaje que al leerlo he vinculado inmediatament a nuestro trabajo en grupo que trata la marginalidad desde el arte. En este caso, Isabel Allende, mediante un diálogo de sus personajes, explica la coyuntura social resultante tras la dictadura y con el establecimiento de una frágil democracia a punto de desmoronarse por un ataque guerrillero en Chile desde el punto de vista de una mujer joven (Eva Luna) y un transexual (Mimí).
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-Tengo que hacerlo Mimí. No podemos seguir ignorando lo que pasa en el país.
-Si podemos, lo hemos hecho hasta ahora y gracias a eso estamos bien. Además aquí a nadie le importa nada de nada, tus guerrilleros no tienen ni la menor oportunidad de triunfar. ¡Piensa cómo empezamos, Eva! Yo tuve la mala suerte de nacer mujer en cuerpo de hombre, me han perseguido por marica, me han violado, torturado, puesto en prisión y mira dónde estoy ahora, todo por mi propio mérito. ¿Y tú? Lo único que has hecho es trabajar y trabajar, eres bastarda, con una mezcolanza de sangre de todos los colores, sin familia, nadie te educó ni te puso una vacuna o te dio una vitamina. Pero hemos salido adelante. ¿Quieres echarlo todo a perder?

En cierto modo era verdad que para entonces habíamos logrado ajustar algunas cuentas privadas con la vida. Habíamos sido tan pobres, que conocíamos el valor del dinero y se nos escurría de las manos como arena, pero ahora ganábamos suficiente para gastar en ciertos lujos. Nos creíamos ricas. {...} Todo anda bien por primera vez, Eva, no busques líos, me suplicó Mimí, pero yo esgrimí los argumentos tantas veces escuchados a Huberto Naranjo y repliqué que éramos dos seres marginales, condenados a luchar por cada migaja y aunque rompiéramos las cadenas que nos ataban desde el día de nuestra concepción, aún quedarían los muros de una cárcel mayor, no se trataba de modificar las circunstancias personales, sino de cambiar toda la sociedad. Mimí escuchó mi discurso hasta el final y cuando habló lo hizo con su voz de hombre y una determinación en los gestos que contrastaba con el encaje color salmón de los puños de su bata y los rizos de su melena.

-Todo lo que has dicho es una soberana ingenuidad. En el caso improbable de que tu Naranjo triunfe con su revolución, estoy segurade que al poco tiempo actuaría con la misma prepotencia de todos los hombres que llegan a tener poder.
-No es cierto. Él es diferente. No piensa en sí mismo, sino en el pueblo.
-Eso es ahora, porque le sale gratis. Es un prófugo metido en la selva, pero habría que verlo si estuviera en el Gobierno. Mira, Eva, los hombre como Naranjo no pueden hacer cambios definitivos, sólo modifican las reglas, pero se manejan siempre en la misma escala. Autoridad, competencia, codicia, represión, siempre es lo mismo.
-Si él no puede, ¿entonces quién?
-Tú y yo, por ejemplo. Hay que cambiar el alma del mundo. Pero en fin, para eso falta mucho y como veo que estás decidida y no puedo dejarte sola, iré contigo al zoológico.
Publicado por Yo y el Sistema Económico Mundial

1 comentario:

  dijo...

hola, podrias publicar un resumen de este libro... "Eva Luna" gracias.