viernes, 4 de enero de 2008

Historia de una esquela

Una esquela es una nota informativa que se publica en los periódicos para dar cuenta del fallecimiento de alguna persona, en la que se mencionan los nombres de los familiares, amigos, la empresa, etc., u otros datos de interés como el lugar del velatorio, etc.
Siempre he pensado que las esquelas son un objeto muy interesante de reflexión sociológica. Aportan mucha información sobre cuestiones ideológicas, políticas, creencias religiosas, historias familiares dignas de la mejor novela de traición y suspense, amores imposibles...
Me vienen a la memoria algunas de las más especiales que he leído. Así, recuerdo una señora que decidió donar su cuerpo a la ciencia de verdad, en concreto, a la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense; otra esquela en la que el perro era el más fiel compañero, que supongo que dejaría pagada el propio difunto; otra esquela que terminaba con un mi fiel "Pacita", adivinen si se trataba de una mascota, de una amiga, o mal pensando, de una amante, porque el difunto tenía esposa. Hay otros que deciden tomar alguna frase de la Biblia. Algunos optan por la poesía, propia o de algún autor conocido (conocido casi siempre después de muerto, porque éste no es país de agradecimientos). Algunos ocupan media esquela o más con los títulos nobiliarios, otros con las licenciaturas y doctorados, otros con las órdenes religiosas con las que colaboraban, etc, etc. Me acuerdo de una reciente en la que una familia de orden despedía a un hombre, y el novio, que lo había sido durante más de dos décadas y que probablemente sentirá la pérdida de su amor como el que más, aparecía con un simple "y su amigo".
En este sentido, me gustaría recordar un libro maravilloso escrito por uno de mis autores favoritos, Miguel Delibes: "Cinco horas con Mario". La primera página es la esquela de Mario, que en parte, resume y anticipa el resto de la obra, que en 5 horas, el velatorio, resume las miserias de la familia. Tuve la oportunidad de ver la representación teatral con Lola Herrera hace unos años y reconozco que fue una de las ocasiones que me he emocionado en el teatro. Sin duda, una gran obra y una actriz excelente, en el sentido amplio de la palabra que para mí tiene sentir al personaje en la propia piel.
Para terminar esta reflexión he de reconocer que, la verdad sea dicha, he leído pocas esquelas graciosas, quizás, porque la ocasión no lo merece, no lo sé. Pero desde luego, de las esquelas se puede sacar mucha información sobre las complejas relaciones humanas y la historia de una esquela acaba siendo, casi siempre, la historia de una vida, que es la nuestra y la de los que nos rodean.
Publicado por Claudia López Pedreño

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